En un hecho inédito, al menos 19 aspirantes a ingresar a la UNAM y al IPN fueron sorprendidos utilizando inteligencia artificial para responder el examen de admisión. Los exámenes, que se aplicaron de forma digital y remota, contaban con un sistema de vigilancia que también utilizaba IA para detectar comportamientos sospechosos. Así fue como los jóvenes fueron detectados intentando usar celulares, ChatGPT y otras herramientas a escondidas.
Aunque los infractores representan apenas el 0.03% del total de aspirantes, el caso ha generado una gran polémica sobre el uso ético de la inteligencia artificial en contextos educativos. Los exámenes fueron anulados de inmediato, y los estudiantes quedaron fuera del proceso de selección. Las autoridades educativas insisten en que no se trata solo de hacer trampa, sino de una falta grave que atenta contra el esfuerzo de quienes se prepararon honestamente.
Este caso abre un debate más amplio sobre la dependencia tecnológica entre los estudiantes. ¿Qué tanto aprendemos realmente cuando dejamos que una máquina piense por nosotros? La inteligencia artificial es una gran herramienta, pero usarla para evadir el conocimiento puede tener consecuencias serias, tanto en lo académico como en lo profesional. La pregunta sigue en el aire: ¿a quién creemos que estamos engañando?