La administración de Donald Trump ha anunciado una nueva escalada en su política comercial: un arancel adicional del 25% sobre el acero y el aluminio importados, sumándose a las tarifas ya impuestas a productos de México y Canadá. De aprobarse, la medida entrará en vigor el 1 de marzo y, apenas 12 días después, estos gravámenes podrían alcanzar un 50%, generando un fuerte impacto en las industrias manufactureras de ambos países.
Según la Casa Blanca, esta decisión busca presionar a México y Canadá para reforzar las medidas contra la inmigración ilegal y el tráfico de fentanilo, un problema que ha generado una crisis de salud en Estados Unidos. Sin embargo, economistas y expertos advierten que este tipo de sanciones comerciales pueden tener consecuencias adversas, aumentando los costos de producción y afectando el empleo en sectores clave.
En respuesta, México y Canadá analizan posibles represalias comerciales, lo que podría desatar una nueva guerra arancelaria. Mientras tanto, empresarios y exportadores temen que la incertidumbre genere un efecto negativo en la inversión y en la estabilidad económica de la región. Con el reloj avanzando y la fecha límite cada vez más cerca, las tensiones entre las tres naciones van en aumento.