Después de tres años de intensas negociaciones impulsadas por la pandemia de COVID-19, la Asamblea Mundial de la Salud ha alcanzado un acuerdo histórico para fortalecer la preparación global ante nuevas crisis sanitarias. El pacto establece mecanismos para garantizar el acceso rápido y equitativo a vacunas, tratamientos y diagnósticos, priorizando especialmente a los países más vulnerables.

Este acuerdo busca corregir las profundas desigualdades que se evidenciaron durante la última emergencia sanitaria, donde el acceso a recursos fue dominado por naciones ricas. Ahora, con reglas más claras y mecanismos internacionales de distribución, se pretende responder de forma más solidaria y coordinada cuando surja la próxima amenaza global.

Sin embargo, no todos están satisfechos. Algunos países han expresado su preocupación por la posible pérdida de soberanía nacional en temas de salud y control sanitario. Aun así, el consenso alcanzado marca un paso clave hacia una cooperación global más efectiva. El mensaje es claro: el mundo no puede volver a ser tomado por sorpresa.