Durante décadas se pensó que la aparición del Alzheimer y otras formas de demencia dependía únicamente de la genética o del paso del tiempo. Pero hoy la ciencia afirma lo contrario: el deterioro cognitivo se puede ralentizar —o incluso evitar— si se toman acciones desde la juventud o adultez media. La clave está en fortalecer lo que se conoce como “reserva cognitiva”.
Esta reserva se construye a través de hábitos como leer con frecuencia, mantener una vida social activa, hacer ejercicio regular y mantener el aprendizaje continuo. También se ha descubierto que la contaminación, el aislamiento social, el estrés crónico y la pérdida de sentidos como la audición o la visión sin tratar pueden acelerar el deterioro cerebral. En contraste, una vida con propósito y redes de apoyo pueden ser factores protectores.
El mensaje de los expertos es claro: no hay píldora mágica para el Alzheimer, pero sí hay caminos concretos para reducir su riesgo. Invertir en salud cerebral desde hoy no solo mejora el bienestar presente, sino que puede protegernos en el futuro. No importa la edad: nunca es tarde para empezar a cuidar tu mente.