La costumbre de comer 12 uvas durante la medianoche de Año Nuevo es una de las tradiciones más arraigadas en países de habla hispana. Su origen se ubica en España y, con el paso del tiempo, se extendió a gran parte de América Latina como un ritual simbólico para atraer la buena fortuna en el ciclo que comienza.

Cada uva representa uno de los 12 meses del año y, al comerlas al ritmo de las campanadas, las personas piden deseos relacionados con salud, amor, trabajo y prosperidad. Existen varias versiones sobre su nacimiento: una apunta a que fue adoptada por la burguesía española a finales del siglo XIX, mientras que otra señala que en 1909 los productores de uva promovieron las llamadas “uvas de la suerte” tras una cosecha extraordinaria.

Más allá de su origen exacto, la tradición se consolidó como un símbolo de esperanza y renovación. Hoy, millones de personas repiten este ritual cada 31 de diciembre, manteniendo viva una práctica que conecta el cierre de un año con la ilusión de comenzar uno nuevo cargado de buenos augurios.