Desde su primer mandato, Donald Trump ha insistido en que EE.UU. necesita Groenlandia por razones de «seguridad nacional y libertad mundial». Aunque la idea suene descabellada, no es la primera vez que el país intenta comprar la isla: en 1946, EE.UU. ofreció 100 millones de dólares a Dinamarca, pero la propuesta fue rechazada. Ahora, Trump planea ofrecer más de 600 millones al año para atraer a los groenlandeses.
El interés por Groenlandia no es casualidad. Su ubicación en el Ártico la convierte en un punto estratégico clave, además de poseer minerales raros y nuevas rutas marítimas abiertas por el deshielo. Para EE.UU., controlar la isla significaría tener acceso privilegiado a estos recursos y reforzar su presencia en la región.
Sin embargo, los groenlandeses han dejado claro que «no están en venta». Aunque algunos podrían ver atractivo el dinero y las promesas de prosperidad, la mayoría de sus habitantes busca independencia, no cambiar de dueño. Por ahora, la compra de Groenlandia sigue siendo un sueño americano sin muchas posibilidades de concretarse.