Un fenómeno silencioso y preocupante está ocurriendo en la ciudad de Nueva York: el hundimiento gradual de su suelo. De acuerdo con recientes estudios geológicos, la ciudad se hunde entre 1 y 2 milímetros cada año, debido al enorme peso de sus edificios, especialmente los rascacielos, en combinación con factores naturales como el tipo de suelo y el incremento del nivel del mar provocado por el cambio climático.

Este hundimiento progresivo, conocido como subsidencia, agrava aún más la vulnerabilidad de la ciudad ante tormentas costeras e inundaciones. Zonas como Manhattan y Brooklyn ya han comenzado a mostrar señales de presión estructural en algunos de sus edificios más antiguos, mientras que otras áreas costeras enfrentan un mayor riesgo de anegamiento, especialmente durante huracanes y tormentas intensas.

El estudio, publicado por el Servicio Geológico de Estados Unidos, advierte que si no se toman medidas de adaptación y mitigación, el problema podría acelerarse en los próximos años. Ingenieros y urbanistas trabajan en propuestas que incluyen desde reforzamientos subterráneos hasta planes de evacuación para futuras emergencias. Nueva York enfrenta un reto que combina urbanización excesiva, cambio climático y la necesidad urgente de soluciones sostenibles.