Apenas unos días después de que la SEP prohibiera la venta de comida chatarra en las escuelas, los estudiantes han encontrado la forma de burlar la norma: vendiéndola en secreto. En al menos tres planteles de la CDMX, alumnos llevan productos en sus mochilas y los comercializan entre sus compañeros.
Este mercado clandestino ha crecido rápidamente, desafiando la autoridad escolar. Aunque no hay sanciones establecidas a nivel nacional, algunos directivos han comenzado a aplicar castigos que van desde reportes hasta la posible expulsión de los infractores.
La medida buscaba promover una alimentación más saludable, pero ha generado un efecto inesperado: el contrabando infantil de golosinas. Mientras algunos ven esto como una oportunidad para fomentar el emprendimiento, otros advierten sobre los riesgos de que los niños desafíen las reglas tan fácilmente. ¿Se debería reforzar la prohibición o buscar otra solución?