El retroceso de un glaciar en la Antártida ha revelado uno de los misterios más antiguos de la exploración polar. Los restos del científico británico Dennis “Tink” Bell, desaparecido en 1959 tras caer en una grieta durante una misión, fueron encontrados después de más de seis décadas. El hallazgo se produjo gracias al trabajo de un equipo de investigadores que inspeccionaba la zona afectada por el derretimiento del hielo.

Junto a los restos humanos, se recuperaron más de 200 objetos personales que pertenecieron al científico, entre ellos un reloj, una linterna, bastones de esquí, un cuchillo y otros implementos de expedición. Cada pieza fue cuidadosamente preservada y documentada, ofreciendo una valiosa mirada al equipo utilizado en las exploraciones polares de mediados del siglo XX.

La confirmación de la identidad de Bell se logró gracias a pruebas de ADN, poniendo fin a un misterio que intrigó a la comunidad científica durante décadas. Este descubrimiento no solo aporta cierre a la historia personal de un explorador, sino que también recuerda que bajo el hielo de la Antártida yacen muchas más historias esperando ser contadas.