Cada año, cerca de 74 mil bebés nacen con hepatitis C en el mundo, pero la mayoría no son diagnosticados ni tratados a tiempo. Un nuevo estudio advierte que más de 23 mil niños siguen infectados hasta los cinco años de edad, pese a que la enfermedad es curable en más del 90% de los casos con un tratamiento de apenas tres meses. La falta de detección temprana ha convertido esta situación en una amenaza silenciosa para la salud infantil global.

Actualmente, unos 50 millones de personas viven con el virus de la hepatitis C, muchas de ellas sin saberlo. La transmisión de madre a hijo durante el embarazo ha sido históricamente subestimada, aunque representa una fuente clave de nuevos contagios. La mayoría de los casos en recién nacidos se podrían prevenir con pruebas prenatales y atención médica adecuada, pero el tema ha pasado desapercibido en muchas políticas sanitarias.

Países como Pakistán, Nigeria, China, Rusia e India concentran casi la mitad de todos los nacimientos con hepatitis C. Lo más preocupante es que incluso en regiones donde se recomienda hacer pruebas a mujeres embarazadas, su implementación sigue siendo escasa. Los expertos advierten que, sin cambios urgentes, esta cadena de transmisión seguirá creciendo a pesar de que ya existe una cura efectiva y accesible.