Durante años, el origen del característico color naranja de algunos gatos fue un misterio. Pero un equipo de científicos de Japón y Estados Unidos lo resolvió: todo se debe a una pequeña parte del ADN que simplemente… falta. Específicamente, una sección del gen ARHGAP36 fue “borrada”, provocando que las células produzcan más pigmento claro
Este hallazgo no solo explica el color, también podría abrir puertas en el estudio de enfermedades felinas relacionadas con la pigmentación y el sistema inmunológico. Y lo más especial: la investigación fue financiada por amantes de los gatos, convencidos de que entenderlos mejor es también una forma de cuidarlos.
Así, lo que empezó como una curiosidad genética terminó siendo un gran avance para la ciencia veterinaria. Porque a veces, la clave está en lo que no está presente en el ADN. Y en este caso, esa ausencia… hace brillar a los gatos naranjas.