Cada vez más jóvenes en México están siendo diagnosticados con hipertensión arterial. Lo que antes era una condición típica después de los 40 años, ahora se presenta en personas de apenas 20 o 25. Las salas de urgencias están recibiendo casos de presión peligrosamente alta en pacientes que no se imaginaban tener un problema de salud tan serio a esa edad.
Las causas están claras: una mala alimentación rica en ultraprocesados y sodio, el sedentarismo provocado por estilos de vida poco activos, y niveles altos de estrés que se han vuelto comunes incluso en estudiantes y personas con empleos exigentes. Lo más preocupante es que la hipertensión puede no presentar síntomas hasta que provoca consecuencias graves, como infartos, derrames cerebrales o daño renal.
La buena noticia es que es prevenible. Una revisión médica al año, actividad física regular y hábitos alimenticios más saludables pueden marcar una gran diferencia. Detectarla a tiempo permite controlarla con cambios en el estilo de vida e incluso evitar tratamientos de por vida. La salud cardiovascular no es un tema lejano: es una urgencia silenciosa que hay que atender desde jóvenes.