India ha superado a China y se ha convertido oficialmente en el país más poblado del planeta, con más de 1,438 millones de personas. Este récord histórico pone al país en el centro del escenario global, con un potencial enorme en términos de fuerza laboral y mercado interno. Sin embargo, este crecimiento demográfico viene acompañado de grandes desafíos que no pueden ser ignorados.
Detrás de estos números impresionantes hay realidades complejas: millones de jóvenes sin acceso a educación de calidad, una economía que no genera suficientes empleos y un sistema de salud con recursos limitados. Además, la contaminación y la escasez de agua en muchas regiones agravan la situación, limitando las posibilidades de desarrollo sostenible. Tener una población tan grande puede ser una ventaja, pero también una fuente constante de presión sobre los servicios públicos y el medio ambiente.
A diferencia de China, que supo capitalizar su crecimiento demográfico al convertirse en la «fábrica del mundo», India aún enfrenta obstáculos estructurales para convertir su población en una ventaja económica. La clave estará en invertir en educación, tecnología e infraestructura, y en transformar sus desafíos en oportunidades. La pregunta sigue abierta: ¿podrá India canalizar su fuerza demográfica hacia el desarrollo, o se convertirá en una bomba de tiempo social y económica?