Entre junio y julio de este año, Francia ha reportado más de 100 muertes relacionadas directamente con la ola de calor que ha golpeado al país. Las cifras superan por más del doble a las registradas en el mismo periodo del año anterior, lo que ha encendido las alarmas sobre la urgencia de implementar medidas más efectivas ante el cambio climático.
Muchas de las víctimas eran adolescentes y adultos jóvenes que buscaron refrescarse en ríos y lagos sin tomar precauciones adecuadas, lo que derivó en ahogamientos o golpes de calor fatales. Autoridades sanitarias explican que, con temperaturas que superan los 40 °C, el cuerpo puede sufrir deshidratación severa en cuestión de minutos, especialmente si no se han adoptado medidas previas de protección.
Expertos coinciden en que esta tragedia no debe verse como una serie de incidentes aislados, sino como una expresión clara del impacto del cambio climático en la vida cotidiana. El aumento de temperaturas extremas está provocando eventos cada vez más frecuentes y letales, afectando especialmente a las poblaciones vulnerables y poniendo a prueba los sistemas de salud y prevención.