Muchas personas experimentan ansiedad, insomnio o cansancio extremo sin una causa emocional clara. Pero la ciencia ya tiene una posible explicación: tu dieta puede estar alterando tus niveles de cortisol, la hormona del estrés. Aunque el cuerpo la necesita para reaccionar ante situaciones de peligro o presión, un exceso sostenido puede afectar la salud física y mental.
Según nutriólogos y endocrinólogos, el consumo excesivo de azúcares refinados, alimentos ultraprocesados, grasas trans y cafeína dispara la producción de cortisol sin que el cerebro reciba un estímulo real de alerta. El resultado es una sensación constante de estrés, fatiga crónica, problemas digestivos y sueño interrumpido, incluso si la vida parece estar en orden.
La buena noticia es que estos efectos pueden revertirse. Cambiar hábitos alimenticios, incorporar frutas, vegetales, proteínas magras y evitar el exceso de estimulantes puede ayudar a regular naturalmente los niveles de cortisol. La conexión entre alimentación y salud emocional es más fuerte de lo que imaginamos, y empezar por el plato puede ser el primer paso hacia una vida más tranquila.