Elon Musk sueña con colonizar Marte y llevar a los humanos más lejos que nunca. Pero un nuevo obstáculo biológico podría detener el viaje antes de comenzar. Más del 70% de los astronautas que pasan largos periodos en el espacio desarrollan problemas severos de visión. La microgravedad hace que los fluidos corporales suban a la cabeza, aumentando la presión en el cráneo y dañando el nervio óptico.
Este síndrome se llama SANS (Síndrome Neuro-Ocular Asociado al Espacio) y sus consecuencias pueden ser permanentes. Los astronautas afectados sufren visión borrosa, inflamación ocular e incluso cambios estructurales en los ojos. Para una misión a Marte, que podría durar hasta tres años, este deterioro no sólo compromete la salud del tripulante… también puede poner en riesgo toda la operación.
La NASA ha encendido las alertas. Mientras la tecnología espacial avanza a pasos agigantados, el cuerpo humano sigue siendo una de las mayores limitaciones. La carrera por Marte no solo depende de cohetes o inteligencia artificial: también de encontrar una forma de proteger el cuerpo humano en ambientes para los que, claramente, aún no estamos preparados.