Aunque Nicolás Maduro sigue al frente del gobierno venezolano en su tercer mandato, los cimientos de su poder parecen tambalearse. A simple vista, su liderazgo se mantiene intacto, pero detrás de esta fachada comienzan a surgir grietas que podrían marcar el inicio de un cambio político en el país.
Expertos señalan que el mandatario enfrenta un creciente aislamiento internacional. Las tensiones diplomáticas, sumadas a la posibilidad de nuevas sanciones económicas, complican aún más la situación. A esto se suma una creciente fragmentación dentro del chavismo, con líderes y facciones que muestran signos de descontento o buscan distanciarse del núcleo del poder.
El año 2023 fue particularmente crítico para Maduro, ya que no logró consolidar una victoria que fortaleciera su posición frente a sus críticos internos y externos. Aunque aún ejerce control sobre las instituciones clave del Estado, su capacidad para mantenerse al frente es cada vez más cuestionada.
Si bien sigue siendo considerado un líder poderoso, los signos de debilitamiento son evidentes. La gran incógnita es cuánto tiempo más podrá sostenerse frente a las presiones internas y externas que se acumulan. ¿Es este el principio del fin para Maduro o logrará adaptarse una vez más a las circunstancias? El futuro de Venezuela pende de esta delicada balanza.