En las ciudades más congestionadas de India, pedir una manzana, una pasta dental o incluso un iPhone a domicilio y recibirlo en menos de 10 minutos ya es parte de la rutina diaria. Con millones de personas compartiendo poco espacio y calles saturadas de vehículos, salir a hacer compras puede ser una pesadilla. Por eso, cada vez más habitantes prefieren quedarse en casa y dejar que la tecnología haga el resto.

Detrás de esta revolución está el auge de las “dark stores” o “tiendas oscuras”: bodegas ocultas al público que no tienen pasillos para clientes, pero sí cientos de productos listos para ser empaquetados y enviados en cuestión de minutos a través de apps móviles. Empresas tecnológicas han invertido en optimizar rutas, inteligencia artificial y logística para asegurar estas entregas ultrarrápidas.

Aunque el fenómeno se asocia con la comodidad y la eficiencia, también plantea preguntas importantes sobre el futuro del comercio tradicional, el impacto ambiental de los envíos acelerados y las condiciones laborales de los repartidores. ¿Es esta hiperconectividad la solución a la sobrepoblación urbana o simplemente una forma más de acelerar el consumo?