El fenómeno conocido como FOMO, o “Fear of Missing Out”, está afectando de forma preocupante la salud financiera de muchos jóvenes. Con tal de no quedarse fuera de conciertos, eventos deportivos o planes sociales virales, miles de personas están dispuestas a endeudarse, vaciar sus ahorros e incluso dejar de cubrir gastos esenciales. En muchos casos, lo hacen para no sentirse excluidos de lo que consideran “momentos únicos”.
Un ejemplo reciente fue el concierto de Bad Bunny en la Ciudad de México, donde boletos con precio oficial de 12 mil pesos llegaron a revenderse hasta en 50 mil… y se vendieron. Esta presión por “estar ahí” ha generado una cultura de consumo impulsiva, alimentada por redes sociales y la necesidad constante de validación. En consecuencia, las tarjetas de crédito se convierten en la única opción para muchos, aunque el costo a largo plazo sea altísimo.
Expertos en finanzas personales alertan sobre los efectos de esta tendencia, especialmente entre personas de entre 18 y 30 años. Recomiendan crear presupuestos realistas y priorizar experiencias que no comprometan la estabilidad económica. El reto es aprender a decir no, aunque el entorno diga lo contrario. La pertenencia no debería costar el bienestar financiero.