El cambio climático está transformando radicalmente el comportamiento de los incendios forestales en el planeta. Olas de calor cada vez más intensas, sequías prolongadas y noches con temperaturas elevadas han creado el escenario perfecto para que las llamas se propaguen con mayor rapidez y fuerza. Lo que antes eran eventos extraordinarios, hoy se están convirtiendo en una peligrosa normalidad.

Tan solo en Europa, en lo que va de 2025, más de 450 mil hectáreas han sido consumidas por incendios, lo que ha obligado a evacuaciones masivas y ha generado pérdidas económicas millonarias. Los países mediterráneos son los más afectados, aunque las autoridades advierten que ninguna región está exenta de este fenómeno. La magnitud de los daños revela la vulnerabilidad de las comunidades frente al calentamiento global.

Lo más alarmante es que el impacto de los incendios no se limita a las zonas directamente afectadas. El humo generado puede viajar miles de kilómetros, cruzando fronteras y afectando la salud de millones de personas con problemas respiratorios. Expertos señalan que, de no tomarse medidas urgentes, esta crisis ambiental seguirá agravándose en los próximos años, con consecuencias irreversibles para los ecosistemas y la vida humana.