En México, atender a una persona con Alzheimer puede representar un gasto superior a los 100 mil pesos al año, de acuerdo con especialistas en salud. El impacto económico es significativo si se considera que 8 de cada 10 pacientes permanecen en casa bajo el cuidado de sus familias, lo que convierte a este padecimiento en una de las principales fuentes de presión financiera y emocional dentro de los hogares. Estudios indican que la atención de esta enfermedad puede absorber hasta el 55% de los ingresos familiares, comprometiendo la estabilidad económica.

La mayor parte del cuidado recae en mujeres, quienes frecuentemente deben reducir sus jornadas laborales o, en muchos casos, abandonar el empleo para dedicarse por completo a la atención del paciente. Esta situación no solo limita sus oportunidades profesionales, sino que también repercute en su salud física y emocional debido a la carga prolongada de responsabilidades. La falta de apoyos institucionales y la cobertura limitada en servicios especializados agravan la problemática.

Organizaciones y especialistas han insistido en la necesidad de políticas públicas más sólidas para atender a los pacientes y apoyar a las familias. Actualmente, los recursos disponibles resultan insuficientes frente a una enfermedad que avanza con rapidez y que, según la Organización Mundial de la Salud, será una de las principales causas de discapacidad en adultos mayores durante las próximas décadas. La discusión sigue abierta sobre cómo garantizar un sistema de cuidado más justo y sostenible.