Dormir menos de seis horas al día podría ser tan dañino para el cuerpo como llevar una mala dieta. Así lo revelan estudios recientes que vinculan la falta de descanso con un aumento de hasta el 28% en el riesgo de desarrollar hipertensión, incluso en personas jóvenes y aparentemente saludables. Los especialistas señalan que el sueño cumple un papel esencial en la regulación de procesos biológicos clave, como la presión arterial y la producción hormonal.
Cuando el cuerpo no descansa lo suficiente, se altera el ritmo circadiano, lo que provoca un aumento en los niveles de cortisol, la llamada “hormona del estrés”. Esta situación impide que la presión arterial descienda durante la noche, un mecanismo natural que protege al corazón y a los vasos sanguíneos. De esta forma, la falta de sueño no solo genera cansancio o irritabilidad, sino que también aumenta la posibilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares a largo plazo.
Los investigadores recomiendan establecer rutinas de descanso más estrictas, alejadas de pantallas y distractores, así como mantener horarios regulares de sueño. Dormir entre siete y ocho horas de forma constante puede convertirse en una medida preventiva tan importante como mantener una dieta balanceada o realizar ejercicio. El mensaje es claro: cuidar el descanso no es un lujo, sino una necesidad vital para preservar la salud.