Estados Unidos cerró el mes de julio con una tasa de desempleo del 4.2%, la más alta en los últimos tres años. Aunque se reportó la creación de 73 mil nuevos empleos, la cifra quedó por debajo de las expectativas del mercado laboral, que esperaba una recuperación más sólida tras meses de estabilidad económica. El dato ha encendido las alarmas entre analistas y ciudadanos por igual.
Expertos atribuyen este aumento en el desempleo a tres factores principales: la incertidumbre política de cara al próximo ciclo electoral, el impacto económico de los aranceles impuestos en la guerra comercial con otras potencias, y la reducción en el flujo migratorio. Este último aspecto ha afectado sectores clave como la agricultura, la hotelería y los servicios, que dependen en gran medida de mano de obra extranjera.
Pese a estos desafíos, la Casa Blanca ha asegurado que mantiene sus esfuerzos para estimular la economía y proteger los empleos. Sin embargo, la situación plantea dudas sobre la dirección que tomará el mercado laboral en lo que resta del año, especialmente si las condiciones globales y políticas internas no mejoran. Por ahora, miles de familias enfrentan la incertidumbre de no saber si tendrán trabajo mañana.