La tecnología ha dado un paso gigantesco hacia la humanización de los robots: investigadores han creado una piel robótica que puede sentir el mundo con una sensibilidad sorprendente. Esta innovación, desarrollada con un hidrogel moldeable y equipada con más de 860 mil microcanales eléctricos, es capaz de detectar presión, temperatura y distintos tipos de contacto, desde una caricia hasta un corte profundo.
Lo más revolucionario es que esta piel sólo necesita un sensor para operar, lo que simplifica su fabricación y amplía sus posibles aplicaciones. En combinación con inteligencia artificial, puede aprender a reconocer lo que está tocando. Aunque todavía no alcanza la precisión del sentido del tacto humano, ya ha superado a cualquier otra tecnología parecida, marcando un antes y un después en el desarrollo de prótesis, robots de asistencia y equipos de rescate.
En un futuro cercano, esta piel podría dotar a personas con extremidades prostéticas de una nueva forma de interacción con su entorno, permitiendo sentir calor, frío o presión, lo cual cambiaría sus vidas radicalmente. Además, los robots podrían actuar con más seguridad y precisión en escenarios de riesgo. La línea entre lo humano y lo artificial, una vez más, se vuelve más delgada.