Mientras en ciudades mexicanas como la CDMX cada persona usa en promedio 360 litros de agua al día, en urbes chinas como Pekín ese número es mucho menor: apenas 170 litros diarios. ¿La diferencia? Una combinación de política pública, cultura del ahorro y tecnología.
China ha enfrentado históricamente problemas severos de escasez, lo que ha obligado a transformar su relación con el agua. Hoy en día, existen límites de consumo incluso en los hogares, tarifas progresivas y multas por desperdicio.
México, por el contrario, enfrenta un derroche estructural. El agua es barata, poco regulada y culturalmente asumida como abundante. Pero los expertos advierten: si no actuamos pronto, enfrentaremos una crisis de abastecimiento cada vez más frecuente y severa, sobre todo en las grandes ciudades.