Un estudio liderado por el neurocientífico Patrick McNamara ha revelado que consumir queso antes de dormir puede estar relacionado con la aparición de sueños intensos y, en algunos casos, pesadillas. El hallazgo se basa en la acción de compuestos naturales presentes en ciertos quesos, como la tiramina, el triptófano y las casomorfinas, que afectan la actividad cerebral justo en la fase REM del sueño.

Esta fase, donde los sueños son más vívidos y emocionales, puede verse intensificada por estos compuestos, especialmente en quesos curados como el roquefort, el cheddar o el parmesano. Aunque no representan un peligro directo para la salud, pueden provocar noches inquietas, sobre todo en personas sensibles al estrés o con trastornos del sueño.

Los investigadores sugieren evitar el consumo de estos productos lácteos antes de acostarse, como una medida preventiva para mejorar la calidad del sueño. La recomendación es mantener cenas ligeras y monitorear cómo responde el cuerpo a ciertos alimentos antes de dormir.