Donald Trump ha vuelto a causar revuelo, esta vez con una afirmación que parece sacada de una novela política: le “encantaría” que Canadá se convirtiera en el estado número 51 de Estados Unidos. Aunque lo dijo en tono aparentemente casual, sus palabras han generado tensión diplomática, especialmente porque coinciden con su intención de renegociar el T-MEC, el tratado comercial que expira en 2026
Mark Carney, el recién nombrado primer ministro canadiense, no tardó en responder con firmeza: “Canadá no está en venta”. Carney también defendió la soberanía comercial y militar de su país ante los señalamientos de Trump, quien acusa a Canadá de aprovecharse de la “protección militar gratuita” estadounidense y de ofrecer “subsidios injustos” en sectores clave como el agrícola y el automotriz.
Mientras tanto, analistas y gobiernos de todo el continente observan con preocupación el rumbo que podría tomar la relación trilateral entre Canadá, EE. UU. y México. El tono beligerante de Trump anticipa un 2026 complicado, donde la estabilidad del acuerdo comercial más importante del hemisferio podría estar en juego.