Un hombre en Australia vivió una experiencia inesperada tras intentar abrir durante años una roca pesada y de color rojizo que guardaba en su casa. Convencido de que en su interior podía haber oro, utilizó diversas herramientas como sierras, taladros e incluso sustancias corrosivas para fracturarla, sin obtener ningún resultado. La dureza del material lo llevó finalmente a consultar al Museo de Melbourne, donde especialistas le ofrecieron una explicación que superó todas sus expectativas.

Los geólogos determinaron que la pieza no contenía oro y que, de hecho, ni siquiera se trataba de una roca terrestre común. Tras realizar estudios internos, concluyeron que el objeto era un meteorito con una antigüedad estimada de 4,600 millones de años, prácticamente la misma edad que el sistema solar. Este tipo de hallazgos resulta especialmente valioso para la comunidad científica, que utiliza su composición mineral para estudiar procesos tempranos de formación planetaria.

El meteorito pesa aproximadamente 17 kilogramos y, según los expertos, pudo haber impactado la Tierra entre hace 100 y 1,000 años. Su buen estado de conservación sugiere que permaneció oculto durante ese tiempo, posiblemente enterrado o cubierto por sedimentos. Instituciones científicas señalaron que piezas de este tipo son poco comunes y que su análisis ofrece información crucial sobre el origen y evolución de los cuerpos celestes que dieron forma al entorno espacial actual.

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