Lo que parece una costumbre inofensiva puede tener efectos mucho más profundos de lo que se piensa. Según expertos en nutrición infantil y desarrollo emocional, permitir que los niños coman mientras usan el celular o la tableta puede alterar su relación con la comida. Al concentrarse en la pantalla, los pequeños dejan de percibir los sabores, las texturas y las señales naturales de saciedad, lo que aumenta el riesgo de comer en exceso y desarrollar malos hábitos alimenticios desde temprana edad.

Además de los efectos físicos, este hábito afecta la convivencia familiar y el desarrollo emocional. Comer en compañía es un momento clave para fomentar la comunicación, la empatía y la atención plena, pero las pantallas interrumpen ese vínculo. Los especialistas señalan que los niños que se distraen con dispositivos durante las comidas tienden a dormir peor, a mostrar mayor irritabilidad y a depender más de la tecnología para entretenerse.

Por ello, los expertos recomiendan establecer la mesa como un espacio libre de pantallas, donde la familia pueda reconectarse y disfrutar del momento sin distracciones. Retomar las conversaciones y la atención a la comida no solo fortalece los lazos familiares, sino que también enseña a los niños a disfrutar de manera consciente lo que consumen. La tecnología puede esperar; la infancia, no.