En los últimos 15 años, México ha perdido cerca del 40% de sus polinizadores, principalmente abejas, debido al uso indiscriminado de plaguicidas, la deforestación y los efectos del cambio climático. Desde 2014, se estima que más de 600 millones de abejas han muerto, un fenómeno que amenaza la producción agrícola y la biodiversidad. La situación es especialmente grave en estados como Campeche y Yucatán, donde fumigaciones masivas, incluso con drones, han provocado la desaparición de miles de colmenas en cuestión de días.

Las abejas cumplen un papel esencial: son responsables de la polinización de tres de cada cuatro cultivos que se consumen en el mundo. Sin ellas, se reduciría drásticamente la producción de frutas, verduras y granos, afectando tanto a agricultores como a consumidores. Por ello, organizaciones y apicultores han exigido al gobierno una regulación más estricta del uso de agroquímicos y la promoción de prácticas agrícolas sostenibles.

El gobierno federal ha anunciado programas de apoyo para la apicultura y campañas de sensibilización sobre la importancia de los polinizadores. No obstante, expertos advierten que, si no se actúa de manera urgente y coordinada, la pérdida de abejas podría volverse irreversible, con consecuencias graves para la seguridad alimentaria y los ecosistemas del país.