Aunque suene contradictorio, la reducción de la contaminación en China ha provocado un efecto climático inesperado: el aumento del calentamiento global. Así lo revela un nuevo estudio publicado en Communications Earth & Environment, donde se explica que al limpiar el aire de aerosoles contaminantes, también se ha eliminado un “velo refrigerante” que antes ayudaba a reflejar parte de la radiación solar de vuelta al espacio.
Durante años, China se enfocó en mejorar la calidad del aire en sus ciudades, combatiendo los aerosoles industriales que dañan la salud pública. Sin embargo, estos aerosoles también cumplían una función climática: actuaban como una especie de escudo que dispersaba la luz solar y enfriaba parcialmente el planeta. Al desaparecer, la radiación solar ahora llega con mayor intensidad a la superficie terrestre, contribuyendo a un aumento de hasta 0.05 °C por década en el calentamiento global.
Esto no significa que dejar de contaminar esté mal. Al contrario, mejorar la calidad del aire sigue siendo vital para la salud, pero los expertos ahora advierten que estas mejoras deben ir acompañadas de estrategias que mitiguen el efecto climático secundario. En otras palabras, necesitamos limpiar el aire sin dejar al planeta más expuesto al calor.