Durante años, se pensó que trastornos como la depresión, la esquizofrenia o el Alzheimer eran consecuencia exclusiva de factores neurológicos, genéticos o emocionales. Sin embargo, una investigación reciente de la Universidad de Bristol, publicada en la revista Molecular Psychiatry, sugiere que el sistema inmunológico podría jugar un papel crucial en el desarrollo y agravamiento de estas enfermedades.
El estudio identificó 29 proteínas inmunitarias que, cuando se encuentran alteradas, parecen estar relacionadas con mayores riesgos de sufrir trastornos mentales. Estas proteínas, responsables de regular las defensas del cuerpo ante infecciones o inflamaciones, también pueden interferir con neurotransmisores como la serotonina o la dopamina, afectando directamente el estado de ánimo, la percepción y el comportamiento.
Este hallazgo abre nuevas posibilidades para la medicina. Si se confirma que algunas condiciones mentales tienen un componente inmunológico, podrían desarrollarse tratamientos completamente distintos, enfocados en equilibrar el sistema inmune en lugar de solo intervenir en el cerebro. La salud mental, así, podría entenderse desde una perspectiva mucho más amplia y compleja.