Hace unos días, el mundo celebró el supuesto regreso del lobo gigante, una especie extinta desde hace miles de años. La noticia se volvió viral, alimentando titulares sobre la “desextinción”. Sin embargo, hoy se ha desmentido esta afirmación: en realidad, no se clonó al lobo gigante, sino que se editó genéticamente a un lobo gris para que se pareciera a él.
Usando la tecnología CRISPR-Cas9 —una herramienta que permite modificar el ADN como si fuera un documento de texto—, científicos lograron alterar el tamaño, la forma del cráneo y el pelaje de tres cachorros. Aunque el resultado visual recuerda al antiguo lobo gigante, genéticamente siguen siendo lobos grises con mejoras estéticas.
A pesar de la aclaración, el experimento sigue siendo revolucionario. La posibilidad de modificar especies actuales abre un enorme debate ético y científico: ¿hasta dónde se puede intervenir la vida? Por ahora, los “lobos tuneados” son una muestra impresionante del poder de la biotecnología moderna.