Muchos creerían que el home office surgió hace unos cuantos años atrás, cuando las computadoras y el acceso Internet se convirtieron en algunas de las herramientas más esenciales de los empleos.
Pero no es así…
En realidad, el home office nació en 1973, cuando se registró una crisis del petróleo, cuadriplicando el precio del combustible en Estados Unidos.
Ante ello, el gobierno estadounidense se vio obligado a cuidar sus reservas, por lo que las empresas buscaron la manera de reducir los traslados de la casa a la oficina -y viceversa- de sus empleados, para evitar el gasto de gasolina en sus vehículos.
Claro, en ese momento no existía una tecnología para trabajar desde las casas como la de ahora, pero se pensó en una solución viable: oficinas satélites que se distribuyeron cerca de las zonas residenciales de los empleados.
A los nueve meses de su implementación, el primer caso de trabajo remoto demostró ser efectivo, redujo el tráfico, el consumo de combustible, la rotación de personal y generó un impacto ambiental positivo. El gobierno de la ciudad de Los Ángeles probó esta idea a gran escala y confirmó los resultados.
Sin embargo, una vez que acabó la crisis, el trabajo desde casa se pausó porque «cuestionaba las premisas del management baby boomer» y las dinámicas de relacionamiento, gestión y política corporativa.
¿Quién iba a imaginar que nuevamente una crisis obligaría a las empresas de alrededor del mundo a enviar a sus empleados a las casas?
¿Y tú, qué opinas del home office? ¿Lo has experimentado? ¿Lo consideras positivo o negativo para las empresas y empleados? ¡Déjanos tus comentarios!