Tapachula, en el sur de México, se ha convertido para muchos en la cárcel migratoria más grande de América.
Según una estimación de Médicos Sin Fronteras, unas 40,000 personas procedentes de Haití y Centroamérica están varadas en esta ciudad, a la espera de un permiso que les permita continuar su viaje hacia Estados Unidos.
Pero algunos acumulan meses de espera y la localidad, de 350.000 habitantes, está colapsada.
La Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado está desbordada de solicitudes. Solo este año ha gestionado unos 77.559 permisos, superando los 70.400 de todo 2019.
Las redadas también se han multiplicado y con ellas, las denuncias de abuso contra policías y militares. Entre enero y agosto pasado fueron detenidas más de 147.000 personas sin documentos, el triple que en el mismo periodo de 2020.