Japón anunció que verterá al mar más de un millón de toneladas de agua procedente de la accidentada central nuclear de Fukushima, una vez tratada.
La medida pone fin a 7 años de debate sobre cómo deshacerse del agua de lluvia o de las inyecciones necesarias para enfriar los núcleos de los reactores nucleares que entraron en fusión como consecuencia del tsunami de 2011.
Se ha dado preferencia a esta opción sobre otras, como la evaporación en el aire o el almacenamiento sostenible.
El agua que se arrojará al mar se ha filtrado varias veces para eliminar la mayoría de las sustancias radiactivas, pero no el tritio, porque no se puede quitar con las técnicas actuales.
La polémica decisión ha causado inconformidad en países vecinos y pescadores locales.
«Hemos tenido un panel asesor que ha estudiado este tema durante más de seis años y recibimos un informe en febrero del año pasado de que liberar el agua tratada al océano era lo más realista. El Organismo Internacional de Energía Atómica también apoya este plan como científicamente razonable»