China está luchando por convencer a su población de que se vacune contra el coronavirus cuanto antes. Y para eso recurre a métodos que combinan la recompensa con la presión.
En el distrito de Xicheng, en el centro de Pekín, las entradas de los edificios exhiben un panel de color que especifica el porcentaje de residentes o empleados vacunados.
El de color verde significa que 80% de los residentes fueron vacunados, el amarillo señala que el índice de vacunación se sitúa entre 40% y 80% y el rojo que es inferior a 40%.
Las únicas vacunas disponibles en China son de fabricación local, con porcentajes de eficacia que van de 50% a 80%.