Recientemente, se alcanzó un acuerdo histórico en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2024: los países ricos se comprometieron a aportar al menos 300 mil millones de dólares anuales hasta 2035 para ayudar a las naciones en desarrollo a enfrentar la crisis climática. Este acuerdo fue respaldado por 200 países y busca proporcionar financiación para mitigar los efectos del calentamiento global en las regiones más vulnerables.
Sin embargo, este acuerdo no ha estado exento de controversia. Aunque el compromiso suena ambicioso, figuras como António Guterres, secretario general de la ONU, expresaron que «esperaba más». Según él, este acuerdo es solo un primer paso y una base sobre la cual los gobiernos deberán construir políticas más ambiciosas.
¿Es este acuerdo suficiente? ¿O estamos hablando de un compromiso simbólico sin la fuerza real que se necesita para frenar el cambio climático? La respuesta probablemente dependerá de los avances y las acciones concretas que los gobiernos dejen de palabras a hechos.